El yoga es una práctica antigua que abarca posturas físicas, ejercicios de respiración y meditación. Una de las muchas posturas del yoga es la Malasana, también conocida como Postura de la Guirnalda o la sentadilla yóguica. En este artículo, exploraremos los beneficios y los pasos para practicar Malasana, también conocida como Postura de la Guirnalda en yoga.
Beneficios de la Malasana
La Malasana ofrece diversos beneficios físicos y mentales. Profundicemos en algunas de las ventajas que aporta esta postura:
En primer lugar, al practicar la Malasana, ejercitas los músculos de la parte inferior del cuerpo, incluidos los cuádriceps, los isquiotibiales y los glúteos. Esta postura ayuda a desarrollar fuerza y resistencia, sobre todo en las piernas y el tronco.
Sumado a lo anterior, la Postura de la Guirnalda también mejora la flexibilidad y la movilidad de las caderas, los tobillos y las rodillas. La práctica constante de esta postura ayuda a prevenir la rigidez en estas zonas y favorece una mayor amplitud de movimiento. Malasana también es conocida por ser una postura que abre las caderas. Esta postura estira y libera la tensión de las caderas, proporcionando alivio de la tirantez y las molestias. Abrir las caderas también contribuye a mejorar la postura y la alineación.
Por último, la posición en cuclillas profundas de la Postura de la Guirlanda ayuda a estimular el sistema digestivo. Esta postura puede ayudar a aliviar el estreñimiento y mejorar la digestión, por lo que resulta beneficiosa para quienes sufren problemas digestivos.
La postura de la Guirnalda o Malasana, te ayudará a estirar y liberar la tensión de las caderas.
Pasos para practicar la Postura de la Guirnalda
Sigue estos pasos para practicar correctamente la Malasana:
- Comienza de pie con los pies separados a una distancia ligeramente superior a la anchura de las caderas. Deja que los dedos de los pies apunten ligeramente hacia fuera.
- Dobla las rodillas y desciende hasta la posición de cuclillas. Mantén los talones en el suelo y junta las palmas de las manos, presionando los codos contra la parte interior de las rodillas.
- Trae el ombligo hacia la columna y contrae los músculos del tronco. Esto te ayudará a mantener el equilibrio y la estabilidad durante toda la postura.
- Estira la columna levantando el pecho y relajando los hombros para alejarlos de las orejas. Mantén la mirada al frente y el cuello alineado con la columna y ya habrías logrando la forma base de la Postura de la Guirnalda o Malasana.
- Inhala y exhala profundamente, permitiendo que tu cuerpo se relaje y se sienta cómodo en la postura. Permanece en esta postura durante varias respiraciones, aumentando gradualmente la duración a medida que te sientas más cómodo.
- Finalmente, libera la postura. Para liberar la postura, estira las piernas y vuelve a la posición de pie. Sacude las piernas y relájate antes de pasar a la siguiente postura o actividad.
Conclusión
Malasana, la Postura de la Guirnalda, ofrece numerosos beneficios para la mente y el cuerpo. Al incorporar esta postura a tu práctica de yoga, puedes fortalecer la parte inferior del cuerpo, mejorar la movilidad, abrir las caderas y estimular la digestión. Recuerda respirar profundamente y escuchar las limitaciones de tu cuerpo mientras practicas esta postura. Abraza la gracia y la tranquilidad que Malasana puede aportar a tu viaje por el yoga.